Biografías

Gerardo Flores se quiere comer un Pejelagarto [PERFIL]

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Hoy cumple 47 años. Está casado y tiene dos hijas. Este amante de la comida mexicana nos platica fragmentos desconocidos de su vida y revela algunos de sus planes para las próximas elecciones.
Gerardo Flores se quiere comer un Pejelagarto [PERFIL]

A pesar de que han pasado algunas décadas cada vez que el senador del Partido Verde Ecologista de México, Gerardo Flores Ramírez (@GerardoFloresR), se sienta frente a una mesa, prueba la comida y ésta tiene un cierto toque con sabor a ajo, de inmediato le viene a la mente el recuerdo de su madre quien, con su sazón marcó el sentido del gusto de su hijo. En la memoria gustativa de Gerardo están todos y cada uno de los platillos que su mamá le preparaba con ese toque de ajo que le daba un sabor diferente al arroz, al pollo y la carne que se servían en el comedor de la casa de los Flores Ramírez donde cada día se sentaban a comer el patriarca José Luciano Flores, su esposa Gloria Elena Ramírez y sus cinco hijos: Luciano, las gemelas Irma y Gloria, Gerardo y Eduardo.

Pejelagarto

Debido al trabajo de Don Luciano, Gerardo y sus hermano Luciano, Irma, Gloria y Eduardo tuvieron una infancia nómada (Foto: Cuna de Grillos).

 

Gerardo estuvo sentado en muchas mesas distintas a lo largo de los primeros años de su vida, pues debido al trabajo de su padre –quien era ingeniero petrolero de Petróleos Mexicanos– tuvo una infancia nómada. Un año después de su nacimiento, el 31 de julio de 1968, en Reynosa, Tamaulipas, Luciano Flores llevó a toda su familia a Ébano, un pequeño pueblo en el estado de San Luis Potosí, donde hubo el primer pozo petrolero en México. Ahí llegaron a instalarse a una colonia que estaba conformada por casas de petroleros extranjeros que tuvieron que regresar a su país tras la expropiación petrolera de 1938, decretada por el entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río.

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Gerardo nació el 31 de julio de 1968 en Reynosa, Tamaulipas (Foto: Cuna de Grillos)

Precisamente en el poblado de Ébano Gerardo cursó sus primeros tres años de educación escolar. Desde pequeño, se interesó en los asuntos de la política. Cuenta la leyenda que cuando los periódicos llegaban a casa de su padre, esperaba a que éste los terminara de leer y a manera de imitación, se ponía a hojear todas las secciones impresas en el papel que lo dejaba con las manos negras de la tinta que se desprendía.

Luego de su estancia en San Luis Potosí, Luciano y su familia tuvieron una corta estancia en Tampico y luego arribaron a Ciudad Pemex, en Tabasco, que en aquellos inicios de los años 70 tenía alrededor de 10 mil habitantes. Los Flores inscribieron a sus hijos en el Colegio Tamaulipas, dirigido por religiosas, y donde Gerardo vivió el primer trago amargo de su vida. Durante uno de los festivales que se hacían en la escuela, organizaron competencias de comida. Los alumnos tenían que correr al extremo de una cancha, comerse un gansito y regresar corriendo al extremo original para que su compañero, a manera de relevos, repitiera el proceso. Cuando tocó el turno de Gerardo, entonces de seis años, al momento de embutirse el gansito se comió un pedazo de plástico de la envoltura y mientras corría comenzó a ahogarse. Se dirigió velozmente donde estaba la maestra quien, al darse cuenta que no podía respirar, desesperadamente comenzó a buscar al interior de la boca hasta que con la ayuda de otras profesoras pudieron sacar el pedazo de plástico.

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El beisbol era el deporte favorito de Gerardo (Foto: Cuna de Grillos)

Después de su estancia en Tampico, el padre de los Flores Ramírez se llevó a los suyos a Ciudad del Carmen, en el sureño estado de Campeche, donde inscribieron a Gerardo en un colegio de Maristas, solo para hombres, cosa que el pequeño no disfrutó pues estaba acostumbrado a convivir con el género femenino. Tiempo después se fueron al estado que, con el tiempo, Gerardo adoptaría como suyo: Tabasco. Ahí, en la ciudad de Villahermosa, terminó la secundaria e hizo un año de preparatoria en una escuela de monjas. Pero el ambiente que se vivía con las madres no le agrada del todo, así que le pidió a su padre que lo cambiara de escuela.

Cuando cumplió los 16 años de edad, en 1984, Gerardo se despidió de la casa donde vivía con sus padres y sus hermanos y jamás volvió, al menos no a vivir. Luciano Flores inscribió a su hijo en el campus del Tecnológico de Monterrey que estaba en el municipio de Fortín de las Flores, en Veracruz, donde Gerardo inició sus estudios de preparatoria. En ese tiempo, el amor no era una de sus prioridades, pues además de que era un tanto introvertido, se había apasionado con el estudio.

Eso sí, le encantaba el deporte. Siempre se iba a los deportivos de Pemex dependiendo el estado en el que estuviera radicando. Le gustaba jugar futbol, tenis, pero sobre todo, beisbol. Fue tanta su afición por éste último que se inscribió en los equipos que se formaban con los hijos de los trabajadores de Pemex. Su posición era de segunda base.

Para la universidad, Gerardo tenía muy claro que quería estudiar economía y dejó el sureste del país para iniciar su carrera en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), en el campus del estado de Nuevo León. Pero el gusto solo le duró un semestre, pues durante las vacaciones de fin de curso, viajó a la Ciudad de México para visitar a su hermano Luciano, quien estaba estudiando en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y éste lo convenció de cambiar de escuela. Así fue, Gerardo inició el segundo semestre de economía en el ITAM y se fue a vivir con su hermano a un departamento en la colonia Narvarte.

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Gerardo conoció Europa por primera vez en un viaje de mochilazo a los 23 años (Foto: Cuna de Grillos)

 

 El primer acercamiento que Gerardo tuvo con el mundo laboral fue en la hoy extinta Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo). Ahí se encargaba de estudiar el comportamiento en las variaciones en el precio del maíz. Ese trabajo solo le duró un mes, pues uno de sus compañeros de la carrera lo convenció de renunciar e irse de mochila al hombro a viajar por Europa. Así los 23 años, Gerardo se emprendió a la aventura de dos meses, que culminó en el mes de agosto.

Un amor de lleno de historias

Gerardo Flores conoció a Claudia Cabriada Morales en lo que para él se convirtió en su primer trabajo formal. Y es que cuando terminó economía en el ITAM, gracias a la ayuda de su compañero de clase, Mario Sosa, encontró una vacante como jefe de departamento de Comercio Exterior, en la Secretaría de Agricultura, la cual en ese entonces estaba dirigida por Carlos Hank González y el subsecretario era Luis Téllez. En ese tiempo estaban en plena negociación del Tratado de Libre Comercio (TLC).

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Gerardo y Claudia se conocieron en la Secretaria de Agricultura y desde ahí no volvieron a separarse (foto: Cuna de Grillos)

 

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Gerardo y Claudia tuvieron a su primer hija, Andrea, en marzo de 1998 (Foto: Cuna de Grillos).

Por su parte, Claudia estudió administración de empresas y trabajaba en el Banco de Comercio Exterior, coincidentemente con el amigo con el que Gerardo se había ido de viaje a Europa. Una vez que Claudia llegó a laborar al área de asuntos internacionales de la Secretaría de Agricultura, después de instalarse, preguntó por “el Flowers”, apodo que le habían puesto a Gerardo por su apellido. En el primer encuentro entre ambos no sucedió nada relevante. Pero por los amigos que tenían en común, era frecuente que se encontraran en reuniones. Un año después de conocerse, un amigo los invitó a pasar el puente del 5 de febrero en su rancho, en Tlaxcala. Y durante ese viaje surgió el amor. A la semana, Gerardo sin más preparación que sus propias palabras, le pidió a Claudia que fuera su novia. Ella aceptó.

Con el transcurso de los días Gerardo se enamoró por la forma de ser de su novia: le gustaba bailar, salir de fiesta a lugares como el Bar Milán, comer en el restaurante la Famiglia de Reforma, así como viajar. En Claudia encontró ese complemento de vida que desde joven esperaba. Ambos disfrutaban escaparse los fines de semana y viajar a la playa o algún pueblo cercano a la ciudad, por eso, Gerardo no dudó en pedirle matrimonio un año después de comenzar su noviazgo. Planearon todo para que la boda se llevara a cabo luego de que Gerardo concluyera la maestría en economía, en Inglaterra, en la Universidad Warwick. Finalmente llegaron frente al altar el 15 diciembre de 1995, en la Iglesia de Santo Tomás Moro, de la delegación Álvaro Obregón. La recepción fue el hotel Radisson, al sur del DF.

Con su maestría bajo el brazo, Gerardo entró a trabajar como director de Planeación en la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, cargo al que renunció en 1997 cuando él y su esposa tomaron la decisión de abandonar la ciudad de México y se fueron a vivir a Monterrey. Entonces Gerardo incursionó en la iniciativa privada como Gerente de Financiamiento de Proyectos, Industria Petrolera, en Grupo Protexa. Claudia también buscó una oportunidad en la IP, pero no tuvo mucha suerte, por lo que la pareja tomó eso como una señal de que era hora de comenzar a tener familia. El 26 marzo del 98, llegó su primera hija: Andrea. Más tarde llegaría Regina, el 15 de septiembre del año 2000.

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Gerardo es un papá consentidor con sus dos hijas: Andrea y Regina ( Foto: Cuna de Grillos)

 

La empresa para la que trabajaba Gerardo tuvo problemas económicos de tal manera que regresó al Distrito Federal junto con su esposa y su pequeña hija. Flores entró a trabajar en la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), institución en la que laboró cerca de diez años, hasta que ingresó en la Cámara de Diputados como secretario técnico de la Comisión de Radio, Televisión y Cinematografía. El funcionamiento del poder legislativo le apasionó tanto que en 2009 se convirtió en Diputado Federal del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) en la LXI Legislatura y presidió la Comisión de Radio, Televisión y Cinematografía.

Una vez que terminó su gestión como diputado Gerardo nuevamente volvió a levantar la mano. Ahora para convertirse en Senador de la República. Tras varios baches en el camino consiguió tener uno de los dos lugares por la vía plurinominal del Partido Verde, el otro lo obtuvo Ninfa Salinas Sada.

A un año y medio de concluir su gestión como Senador de la República, Flores Ramírez empieza a hacer un análisis hacia dónde va su camino político y, entre las opciones, está la gubernatura de Tabasco, su estado por adopción, en el que se considera listo para contender en las próximas elecciones estatales y comerse a uno que otro Pejelagarto de Morena. “Si es al mojo de ajo, mejor”.

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El senador del verde está planeando su próximo movimiento en su carrera política (Foto: Cuna de Grillos)